jueves, 16 de abril de 2009

Los halcones de la Sagrada Família crían cuatro pollos


ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA
Los dos halcones que habitan en la Sagrada Família, en un saliente de la torre de Sant Bartomeu, vuelven a ser una familia numerosa tras el exitoso nacimiento de cuatro polluelos el pasado Jueves Santo. Llegará un día en que los nuevos halcones dominarán el cielo de la ciudad con su elegante vuelo, pero por ahora no son más que unas bolas lanudas de color blanco que se mueven con torpeza buscando la comida que sus progenitores les traen. "En menos de una semana ya han duplicado su tamaño", precisa con orgullo el naturalista Eduard Durany, responsable del programa municipal de seguimiento de las rapaces.
La incubación de los huevos por parte de los dos adultos --sin distinción de sexo--, la eclosión, los primeros bocados y los movimientos de los cuatro polluelos han podido seguirse en directo gracias a una cámara web instalada junto a la caja-nido. Eso sí, ha hecho falta un poco de suerte porque el aluvión de visitantes ha colapsado la web (www.
falconsbarcelona.net), reconoce Durany. "Estamos trabajando para aumentar la capacidad --dice--. Cuando presentamos la página, el pasado día 10, ya recibimos de golpe 10.000 visitantes, pero lo que ahora se ve es más entretenido. No esperábamos tanto interés".

SEGUNDA DESCENDENCIA
Los mediáticos halcones vuelven a ser familia numerosa porque el año pasado ya habían sacado adelante cuatro polluelos, un síntoma inequívoco de que las cosas les van bien en Barcelona. De hecho, como dice Durany, en la ciudad encuentran los edificios ideales, más incluso que en el bosque denso, y los espacios abiertos ideales para cazar. La comida tampoco les falta, esencialmente palomas, cotorras, tórtolas, tordos y cualquier otra ave urbana que se ponga a tiro. La pareja de halcones instalada en la Sagrada Família está formada por un macho liberado en el puerto de Barcelona en el 2001 y una hembra salvaje nacida en el acantilado del Morrot, en la ladera de Montjuïc.
Los cuatro polluelos nacieron el mismo día y externamente son casi idénticos, por lo que para poder determinar el sexo habrá que esperar unos días. Por ahora, como se ve en la web, las crías se mueven con dificultad por la estrecha caja mientras esperan que uno de los padres --sin distinción-- salga a cazar y les traiga alimento. El otro adulto nunca los abandona y les da calor. Los cuatro recién nacidos están totalmente seguros en el recóndito rincón que ocupan. Para no entorpecer la cría, ni siquiera se acercan los naturalistas encargados del seguimiento.

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